Es un dulce humildísimo pero que siempre despierta grande suceso. Se amasa la harina de castañas en agua tibia, con una pizca de sal y una cuchara de aceite de oliva. La masa tendrá que ser muy tierna, bastante líquida y hay que tener cuidado que no se formen grumos. Verter la masa en una tortera untada con aceite de oliva y cocer en el horno caliente por media hora.
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