Sentados alrededor el hogar, en las noches de invierno, se oía el chisporroteo de la “ristorella”, la particular sartén de hierro agujerada, donde se coce todavía hoy el asado de castañas. Asar las castañas, después de haber hecho un corte con el cuchillo para impedir que reventen durante la cocción; cuando serán cocidas, pelarlas y cubrirlas con una servilleta mojada con vino tinto y tenida al calor. En algunas zonas, en cambio, terminada la cocción, se acostumbraba chorrear las castañas con vino tinto antes de pelarlas.
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