Una vez estos gustosísimos anfibios eran muchos; hoy, desgraciadamente, por la contaminación de las aguas y por la utilización de desherbantes químicos, son casi desaparecidos. Las ranas en venta, en efecto, son casi todas de importación, cuando no son sin más congeladas. Una vez quien iba por ranas solía tomar consigo un pequeño farol porque ellas, encandiladas por la luz, dejaban de croar y se dejaban tomar con facilidad y espetar. Sus gritos particulares y desagradables explican porque, referendonos a una persona desentonada, solems utilizar la expresión: “Canta como una rana”. Tomadas las ranas, se desollan, se quitan las entrañas y se limpian. Después de haberlas lavado y hecho escurrir muy bien, se pasan primero en la harina, después en los huevos batidos con una pizca de sal, luego se frien en mucho aceite de oliva hirviente. Servir muy calientes.
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